SLOW

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Simplemente leer sobre el Movimiento Slow me provoca tranquilad. El solo hecho de escuchar las experiencias de personas que practican este Movimiento, me produce sosiego. Pensar en que es posible una vida Slow me da esperanza.
Para quien no sepa de qué estoy hablando, os contaré de manera muy resumida en qué consiste este Movimiento. Estamos acostumbrados a hacer las cosas lo más rápido que podemos para realizar muchas tareas (incluso varias a la vez). De esta manera, ni lo hacemos todo lo bien que somos capaces de hacerlo, ni disfrutamos todo lo que podríamos disfrutar de nuestros actos.
En contraposición a esta práctica, el Movimiento Slow propone dedicar a cada cosa el tiempo que se merece, el tiempo que requiere. Si un tomate necesita varias semanas para madurar y nosotros lo cogemos antes de darle todo su tiempo, ¿qué ocurre. ¿Cómo de sabroso estará?
Si queremos comer lo antes posible para seguir haciendo otra tarea y tragamos casi sin masticar, ¿cómo nos sentará esa comida?, ¿Cómo será nuestra digestión?
Si leemos ese cuento que tanto le gusta a nuestro hijo lo más rápido posible porque queremos acabar cuanto antes e ir a limpiar el baño, ¿Cuánto habremos disfrutado de ese momento especial?. ¿Y cuanto le habremos hecho disfrutar a nuestro hijo?
Cada cosa requiere un tiempo y, si queremos conseguir un equilibrio y un bienestar, es necesario respetar esos tiempos. Rapidez cuando es necesaria pero, también calma cuando el momento lo requiere.

 

Autora del texto y fotografía: Raquel Reguero

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