¿PARA QUÉ TE QUEJAS?

QUEJAS

Últimamente estoy inmersa en un ambiente donde las quejas son constantes. Uno se queja porque el otro hace, el de delante se queja porque el de atrás no hace, el de la izquierda se queja porque el de la derecha dice, el de arriba se queja porque el de abajo no dice… Quejas y quejas y más quejas.

¿Te has dado cuenta de que la queja es tan contagiosa como la gripe? Empieza uno y los demás siguen con más quejas. Parece, además, que cada cual busca la queja más grande, más justa, más mejor (como dirían algunos).

Y, como ocurre con las epidemias de gripe, el ambiente se vuelve difícil, espeso, incómodo, la temperatura aumenta… Incluso es posible que necesites un analgésico para aliviar tu dolor de cabeza. Un lugar donde seguramente no te guste estar.

Ahora te hago la pregunta que tanto me gusta: “¿Para qué te quejas?”. La mayoría de las veces la queja viene porque hay algo que quieres y no te dan. Así que la respuesta sería “me quejo para que me den”.

¿No conseguirías más pidiendo que quejándote? Es difícil que los demás sepan lo que quieres sino lo pides. El pedir no te asegura que te lo vayan a dar pero, es el primer paso.  Lo más eficaz suele ser empezar por el principio. El tiempo que perdemos quejándonos podríamos aprovecharlo buscando soluciones.

Otra cosa que me gustaría destacar es que nos solemos quejar ante personas que no pueden darnos lo que estamos buscando. Como desahogo está muy bien pero, sino pedimos a quien nos puede dar no podremos salir del círculo de la queja y del ambiente “griposo”.

¿De verdad quieres seguir en ese ambiente? ¿Para qué te quejas? Pide a quien te puede dar. Puedes recordar la fórmula para pedir en este texto.

 “Las quejas son el lenguaje de la derrota.” Frank Grane

Puedes escuchar esta entrada en https://www.ivoox.com/11008060

 Texto: Raquel Reguero

 

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